Capilla Señora del Rosario

La Capilla y el Camarín de la Virgen del Rosario que se ubican en la nave del evangelio de la que fue iglesia conventual dominica de San Pablo -espacio al que se accede por una portada neogótica-, forman un conjunto de mármoles que podemos considerar como la obra cumbre del artista cordobés Alonso Gómez de Sandoval.
Este Camarín es una maravillosa fusión entre lo castizo, herederas de Tomás J. de Pedraxas o Pedro Duque-Cornejo, y las tendencias neoclásicas que habían traído desde Francia B. Devreton o M. Verdiguier, artistas galos activos por entonces en Córdoba y de los que se impregna Gómez de Sandoval.

Está formado por una planta circular recubierta por una bóveda semiesférica pintada imitando mármol. Sus alzados se articulan a base de columnas emparejadas y salientes, predominando los jaspes colorados, si bien las basas y los capiteles son blancos, disponiendo altares con hornacinas entre estípites sobre las cuales se representan en relieve a los cuatro Arcángeles y sobre las puertas, también en mármol blanco, a Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, San José con el Niño y Jesucristo. Hay, en muchos aspectos, claras reminiscencias de la escalera del antiguo Colegio Jesuita de Santa Catalina, joya cordobesa de este tipo de arquitectura. En todo momento, prueba del acierto constructivo de este Camarín, el agobio del ornato propio de la época se amortigua para no restarle protagonismo a lo arquitectónico.

Esta descripción se prolonga a su Capilla delantera, aunque aquí se imponen más las nuevas modas neoclásicas a la tradición cordobesa. Sobre su traza gótica original de planta octogonal, su fundación se remonta a 1409 como capilla funeraria de Leonor López de Córdoba y siendo entonces dedicada a Santo Tomás de Aquino, se acoplan suntuosos elementos marmóreos polícromos tanto en las dos puertas que dan acceso al Camarín, enmarcadas por pilastras y rematadas por frontón partido con relieve en el centro, como en el retablo donde está la Virgen que es ya claramente Neoclásico, por lo que hace pensar que fue lo último que se realizó, aproximadamente hacia 1770.
La Virgen del Rosario que se venera en este Camarín es una imagen de candelero, fechable en las primeras décadas del siglo XVIII, sin que sepamos nada de su autor, siendo la característica formal más destacable la finura de rasgos del rostro, pequeños ellos, con una nariz fina y alargada y pequeña boca de labios bien dibujados, al igual que las cejas, que mediante una delgada línea hacen resaltar los ojos. Todo ello dentro de un perfil ovalado muy característico en la imaginería cordobesa de la centuria dieciochesca, siendo otro aspecto, muy común de la época barroca, el uso de elementos postizos y que en esta imagen encontramos: ojos de vidrio, pestañas, pelo así como las joyas que la adornan.

Se nos presenta erguida en actitud de ofrecimiento del Rosario a los fieles, esto responde al modelo que se fue imponiendo progresivamente en esta iconografía mariana, siendo pues un ejemplo claro de la advocación. Sostiene al Niño Jesús en su brazo izquierdo aunque no parece adaptarse bien a la postura de la Madre, de hecho existen fotografías antiguas en las que el Niño no aparece; sin embargo, es propio de este tipo de advocaciones en las que se representa a María como Madre, la sujeción del Hijo en sus brazos e incluso en muchos casos Este ayuda al ofrecimiento del Atributo, el Rosario en este caso, por lo que se plantea la duda de la conjunción entre ambas imágenes, lo que se presta a debate.

Exteriormente el Camarín queda señalado por el bajorrelieve de la Virgen del Rosario que, enmarcado dentro de un óvalo, se ve desde la calle San Pablo. Fue colocado a fines del dieciocho y es obra de un artista casi desconocido, Juan Navarro y León, pero al que, paradójicamente, se le atribuye el Crucificado más popular de Córdoba, el Cristo de los Faroles.