En 1919, un año después de que la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración se reorganizara en San Pablo, se incorpora como titular una Dolorosa por una donación de la que no consta en el archivo de la Hermandad nombre del donante, solamente se menciona a “una piadosa señora”. Desde entonces procesiona a los pies del Crucificado, aunque hasta 1967 lo hizo con la advocación de María Santísima de los Dolores, año en que se decidió darle la actual de María Santísima del Silencio.
Imagen de candelero de la que, como ocurre con su donante, la Hermandad no tiene datos de su autoría, aunque se fecha como obra del siglo dieciocho y dentro de la estética de la Escuela Granadina de Escultura. Tiene una altura de 165 centímetros, con el rostro ligeramente inclinado hacia la izquierda y bajando su mirada en actitud de recogimiento; lágrimas de cristal y pestañas de pelo natural añaden más realismo al dolor de María que se simboliza con el corazón con los siete puñales que lleva en su pecho.
Como ocurrió con la imagen del Cristo de la Expiración, en 1985 José Rodríguez Rivero-Carreras le realizó una trascendental intervención restauradora, dándole el aspecto de las primitivas dolorosas que hoy presenta. Antes habían intervenido en ella Rafael Díaz Peno (1965) y Luis Álvarez Duarte (1976).