Estimados hermanos en Xto.:
La pandemia por el coronavirus COVID-19 que sufre nuestro país, nos va a impedir que el próximo Viernes Santo realicemos Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral. Como sabéis, la suspensión de las procesiones de Semana Santa ha sido una decisión de las autoridades civiles y eclesiásticas motivada por la peligrosidad de la propagación de la enfermedad, que amenaza con colapsar los servicios médicos y hospitalarios y no poder atender a las personas afectadas, especialmente a los más vulnerables. Decisión que como no puede ser de otro modo compartimos y acatamos, con todo el dolor, pero también con toda la responsabilidad y madurez que se debe exigir a una corporación ya centenaria.
La decisión no sólo conlleva la suspensión de la Estación de Penitencia, sino también de actos de culto tan emotivos y señalados como el Vía Crucis que en las naves de la Real Iglesia de San Pablo rezamos con la imagen de nuestro Sagrado Titular, así como el Besapiés al Santísimo Cristo de la Expiración y Besamanos a María Santísima del Silencio.
No obstante, queridos hermanos, es obligación de esta Junta de Gobierno, recordaros que la suspensión de estos actos no nos debe hacer olvidar el tiempo que vivimos, la cuaresma, un tiempo en el que estamos llamados a la Conversión mediante la práctica del ayuno, la limosna y la oración. No se trata sólo de cumplir con unas tradiciones religiosas, sino de la reflexión que debemos llevar a cabo sobre nuestra disposición de darnos a los demás, sacrificando nuestro tiempo y nuestras afecciones. Y que todo lo hacemos y lo podemos con la fuerza que nos da la oración.
Durante todo el año esperamos que llegue el Viernes Santo para dar testimonio en la calle de que Dios, en un acto supremo de Amor, se hizo Hombre y eligió nacer en un pesebre, vencer las tentaciones en el desierto, y en el Huerto de los Olivos hacer la voluntad de su Padre y aceptar su Pasión y Muerte con humildad y mansedumbre, hasta morir como muere el más miserable de los hombres, magullado y abandonado entre ladrones. Es ese el momento que nos emociona y mostramos cada Viernes Santo, el que representa a un Dios moribundo que se siente abandonado por todos, porque es el acto más supremo de Amor, porque nuestro Dios nos muestra su manera amorosa de ser.
También damos testimonio de nuestra adhesión a la Iglesia, representada en María Santísima del Silencio, en pie junto a la Cruz, siempre acompañando al que sufre, siempre con los pobres y necesitados.
Pero ese testimonio no solo podemos practicarlo sacando a la calle a nuestros Sagrados Titulares el Viernes Santo, sino que como cristianos cofrades es nuestra obligación, siempre, pero especialmente en estos días, dar ese mismo testimonio de forma personal, ser la cara de ese Dios amoroso, y que todos los días sean para nosotros Viernes Santo.
Hermanos, aprovechad para profundizar en vuestra unión y vuestro afecto con los que son la primera de vuestras obligaciones, vuestros hijos, padres, cónyuges. Para tener conversaciones largas sobre cuestiones sobre las que nunca se habla, para disfrutar de la familia. Para mejorar vuestra formación. Para pasar algún tiempo en oración personal. A todo momento y circunstancia se ha de sacar su fruto.
No olvidéis por otro lado que nuestros amados y Sagrados Titulares están durante todo el año en su Capilla, esperando que paséis a orar por vosotros y por los vuestros. La Hermandad organiza distintos momentos de culto, oración y formación que debéis aprovechar.
Y por último, no olvidéis tampoco que este tiempo no es más que una preparación para la Pascua, que nada para nosotros tiene sentido sin la Resurrección, que para vivir para siempre hay que morir antes a las cosas de este mundo.
Hermanos, para finalizar pediros una oración por todos aquellos -especialmente hermanos nuestros y familiares- que por trabajar para el sector de la sanidad, en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en el transporte, o en una línea de caja de un supermercado, están pasando por momentos difíciles, de tribulación, en los que se está poniendo a prueba su entrega y profesionalidad. Y también por todos aquellos que por ser más vulnerables están sufriendo la enfermedad con especial virulencia. Nos ponemos para ello bajo el amparo del Santísimo Cristo de la Expiración, María Santísima del Silencio, Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos Coronada y San Antonio María Claret, que sabrán dirigir su mirada y extender su protección sobre todos ellos.
Recibid un fraternal abrazo en Xto.
LA JUNTA DE GOBIERNO